Mundos íntimos. Sin tiempo para el espanto: operé a mutilados, a víctimas de bombas suicidas. El mal, para mí, dejó de ser algo abstracto

Mundos íntimos. Sin tiempo para el espanto: operé a mutilados, a víctimas de bombas suicidas. El mal, para mí, dejó de ser algo abstracto
Cambio. A los 59 años, este traumatólogo quiso cumplir un sueño que tenía desde la Universidad: ayudar a aquellos que no tienen ninguna atención. Se inscribió en Médicos sin Fronteras y recorrió el mundo.